Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando este oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo que Job había poseído.
Job 42:10 (LBLA)
Al llegar al alba del último día, contemplamos un amanecer que trasciende el tiempo, una luz que disipa la sombra del sufrimiento y anuncia la eternidad. Imagina el horizonte teñido de oro y carmesí, la brisa fresca que anuncia un renacer, y en ese instante, la certeza de que cada lágrima y cada herida se han transformado en un preludio de la gloria divina.
Este amanecer no es meramente el inicio de un nuevo día, sino la manifestación de una transformación espiritual que abraza la redención. Es la culminación de un camino marcado por el sufrimiento, sí, pero también por la inquebrantable fe en un Dios que restaura y renueva. Cada paso, cada momento de dolor, ha sido un camino que te ha conducido hacia la promesa de un futuro sin sombras, donde la paz y la luz se unen en la perfecta comunión del amor eterno.
Hoy, en este amanecer de la eternidad, permite que la luz divina inunde cada rincón de tu ser. Deja que el dolor se disuelva en la gloria de la redención y que cada rayo de sol te recuerde la inagotable promesa de la salvación. Contempla la belleza de un mundo que, a través del sufrimiento, se prepara para la manifestación de la gracia suprema, y que te invita a caminar de la mano con el Creador hacia la eternidad.
Oración:
Señor, al contemplar el amanecer de Tu eternidad, te doy gracias por cada lección en el camino. Ayúdame a despertar cada día con la esperanza de Tu promesa, a caminar en la luz de Tu redención, y a confiar en que, a pesar del dolor, Tu amor me guía hacia la plenitud de la vida eterna. Amén.
Share this post